Los 8.8 Ritcher han movido no sólo el piso de nuestra país, también torres de cemento, la soberbia, las conciencias y los espíritus públicos y privados a fuerza de sismos y tsunamis. Y por ello Harald Beyer en su blog de El Mercurio nos motiva, sin duda, a replantear la cuestión de posibles modos de operación con el financiamiento para enfrentar los efectos del cataclismo, proponiendo sobre el clásico económico de la escasez una forma de solución que requiere acuerdos, pero que no debemos retrasar de implementar viendo el estado de necesidad de millones de compatriotas. 350 palabras no sirven para discutir pro y contras del procedimiento y subyacentes implicancias, pero podemos sensibilizar algunos tópicos a tratar. Poca duda cabe que la eficiencia en la gestión de privados ha redituado más que la gestión de empresas públicas, con su consecuente posibilidad de trabajar mejor costos de mercados y hacerlos competitivos. La generación del gran fondo de ahorro de los ciudadanos (el ahorro para pensiones) sobre el sistema previsional es de aquellos que puede tener carácter renovable mientras exista población y fuerza de trabajo. La privatización de la gran minería o parte de este gran productor del Estado se ha convertido en un tabú, tanto como ha crecido su ineficiencia, teniendo hoy menos importancia que la minería privada del cobre; por qué no podría buscarse una modalidad donde la financiación de los miles de MM.US$ que necesitamos se obtengan privatizando parte del ahorro nacional puesto en esta gran inversión histórica minera desde 1970 (o antes). Esperemos que los fantasmas del pasado no dilapiden la creatividad y la oportunidad de hacer las inversiones que darían un impulso complejo, pero propio en beneficio de buena parte de la nación desvastada. La escasez de algún modo es mito también, producto de carencia de creatividad, de iniciativa, de esfuerzo y de riesgo. Demos la posibilidad de financiar, aunque sea en parte, con la inversión emblemática de Chile; y veamos si pudiéramos generar una solución mixta con el otro inmenso fondo propio de los conciudadanos, pensando que para muchos de ellos a esos fondos aún falta tiempo de aplicación en muchos casos. Transformemos las propias inversiones a través del mejoramiento de ellas, lo que pudiera representar la gestión privada y constituir un fondo flexible de ajuste a inversiones públicas regulado y orientado a la reconstrucción. Quizás en unos años más nos sentiremos orgullosos de haber arriesgado en nosotros mismos.